domingo, 24 de febrero de 2013

El tiempo

  Bueno, siempre me sorprendió lo rápido que va el tiempo. Y como hay gente que avanza con él, y gente que se queda atrás.
  Hablando de mí, lo único que a veces realmente me estimula a seguir de pie es pensar 'esto va a pasar, cuando quiera darme cuenta esto va a ser una simple mancha en mi mente'. Mientras pasaba lo que yo deseara que terminara de una vez, el tiempo era interminable, pero cuando terminaba,era como si no hubiese pasado ni un minuto. Y la libertad de sentirme libre era impagable.
  Ahora, todo el año pasado, y el anterior, y el anterior es como si no existieran. Y tengo adelante un año nuevo, tiempo que espero, no me haga sentir como el año pasado.
  Yo, no debería haber dejado que tanta gente entrase en mi vida, porque después se van. Y a veces nadie viene a reemplazarlos. Y entonces no me queda mas que quedarme en el tiempo, y recordar.. Pero después simplemente el hecho de saber que yo pase a ser una mancha en la mente de mucha gente, que todavía sigue en mi memoria es horrible.
 Y todavía no se si vale la pena pensar 'todo va a pasar, todo se acomoda, todo es lo que debe ser'. Yo no se como tienen que ser las cosas, deje de tratar de entenderlo hace tiempo. Pero si todo lo que tiene que ser, me hace quedar sola, no se bien que voy a hacer.

 Sinceramente, no es tan facil como creia

viernes, 15 de febrero de 2013


Yo solia caminar alrededor de los requiebros de mi mente
y aceptar y callar, cada parte de mi que estaba demente
y sonreia aun cuando no habia motivos.
me gustaba sentir que no necesitaba de nadie para se feliz
y poder sentirme bien cuando me daba cuenta que nadie me necesitaba realmente
sin presiones uno vive tranquila, pero al cabo de un tiempo, se vuelve deprimente
entonces sin poder soportar demasiado la tristeza de la soledad
solamente decidi no sentir mas
es mucho mas facil
pero sigue siendo triste sentir la soledad
aun cuando uno esta rodeado de gente
porque uno no quiere sentirse solo
cuando tiene gente en quien confiar
Y gente que uno tiene que dejar atras, especialmente cuando esa gente ya lo supero y sigue su vida

sábado, 2 de febrero de 2013

Es increible que tan rapido pasa el tiempo.
Pensar que el año pasado tenia exactamente la misma angustia que siento ahora.
Y pensar que ahora, es como si no hubiesen pasado 365 dias, es como si hubiese pasado un segundo.
Pero ahora mismo lo siento como si no avanzara nada.
Pensar que tengo que bancarme otro año de mierda.


Sorprendeme, dale
Demostrame que estoy equivocada

viernes, 1 de febrero de 2013

Es increíble como mi estado de animo depende tanto de la gente.
Estando sola, sin nadie, ABSOLUTAMENTE nadie a quien le importe, siento dos cosas: 
Primero tranquilidad, no siento presión, como no le intereso a nadie, puedo ser un perfecto desperdicio sin que me digan nada.
Pero al mismo tiempo deprime no tener a nadie.
O sea, tengo a mi familia, podría ser peor.
Pero de todos modos, siento que el dolor y la tristeza pasaron a ser una parte tan natural de mi, que ya no siento nada.

¿Qué voy a hacer cuando empiecen las clases?
No se si pueda tolerar otro año tan horrible como el anterior.
Todo tiene un limite.

Y más allá de poner una postura de piba relajada que no le importa nada, se que soy una ruina por dentro.
Como me odio.

domingo, 27 de enero de 2013

Mi fragmento favorito de El tunel


Leyendo El túnel, de Ernesto Sabato, acabo de encontrar un personaje que parece ser la parte menos razonable de mí. Tímido, amargado, pesimista, se hace la cabeza de un modo inimaginable. Piensa miles de distintos finales a una situación. Sabe perfectamente la clase de persona que es, pero nunca se cuestiona nada, alegando que los demás son incluso peores. odia el pasado y ve con esperanza el futuro.
Lo malo es que, si bien en la primera pagina dice como termina la historia. Al ir llegando al final se ve como termina enloqueciendo mas de lo que ya estaba, y termina matándola a ella.
Aunque claro, no es un spoiler vale aclarar.



Fue una espera interminable. No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo
y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o
al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad
inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces
extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente
contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a
tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y
los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al
vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados. Y era como si los dos hubiéramos
estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como
almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de
una escena pintada por mí, como clave destinada a ella sola, como un secreto anuncio de que ya
estaba yo allí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado.
¡La hora del encuentro había llegado! Pero ¿realmente los pasadizos se habían unido y
nuestras almas se habían comunicado? ¡Qué estúpida  ilusión mía había sido todo esto! No, los
pasadizos seguían paralelos como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un
muro de vidrio y yo pudiese verla a María como una figura silenciosa e intocable... No, ni siquiera ese
muro era siempre así: a veces volvía a ser de piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del
otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta
pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que
quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención
o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había
transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de
piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo
al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en
túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto
el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro.
Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida
agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y
fiestas y alegría y frivolidad. Y a veces sucedía que cuando yo pasaba frente a una de mis ventanas
ella estaba esperándome muda y ansiosa (¿por qué esperándome? ¿y por qué muda y ansiosa?);
pero a veces sucedía que ella no llegaba a tiempo o se olvidaba de este pobre ser encajonado, y
entonces yo, con la cara apretada contra el muro de vidrio, la veía a lo lejos sonreír o bailar
despreocupadamente o, lo que era peor, no la veía en absoluto y la imaginaba en lugares
inaccesibles o torpes. Y entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario que lo que
había imaginado.