viernes, 16 de noviembre de 2012


  La música es en mi vida lo mismo que los libros. Hacen que todo tenga sentido, me hace sentir viva. Me hace, de momentos, volver a agarrarle el gustito a la vida. Respirar un aire distinto, ver la vida en otros tonos. Me abre la mente, me hace sonreír. Me hace imaginar millones de cosas, me hace proponerme mil metas para cumplir. Puedo meterme en la piel del personaje, o en la lirica del cantante. Entenderlo, amarlo. Me siento identificada, me siento errónea. Noto mis virtudes y aprecio mis defectos. Empiezo a comprederme y a desconocerme.
  Y eso me hace crecer, y cambiar. Y mirar el mundo desde miles de perspectivas. Aprendo de tolerancia, aprendo de odio. Me sorprendo pensando cosas desconocidas que parecieron estar siempre en mi mente.
Libros, música. Lápiz (o lapicera, es opcional) y papel.
Mi felicidad.

   No es nada difícil ser feliz. Ni siquiera es complicado. La felicidad siempre está en todos los pequeños momentos, que pasamos por alto. Situaciones de un minuto. Que después, al recordarlas nos hacen sonreír.
  Esos momentos que nos hacen sentir llenos. Plenos. Y sin ganas de plagiar, nos hace sentir infinitos.
  Claro que, en nuestros recuerdos.
Porque te apuesto que, viviendo esa situación no pensabas ‘¿soy feliz, no soy feliz?’ no, lo vivías y ya está.
En eso se basa mi idea de felicidad. No sé cual será la tuya, pero seguro es genial (?

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