Hay situaciones y cosas que siempre estuvieron en mi mente. Escenas que se ven lindas y sentimientos que tengo miedo de que algún día estén y yo no sepa reconocerlos.
Quisiera, algún día, ir caminando por la calle (con lluvia, de ser posible) sin rumbo, sin tiempo ni cargas. Sola, tranquila, caminando sabiendome en paz.
Quisiera pertenecer alguna vez a algo, no sentirme siempre como ese pedacito que está de más.
Quisiera que mi mente dejara de boicotearme. Empezar a ver las cosas desde una perspectiva adulta. Y no dejarme llevar por malos impulsos.
Quisiera crecer, de una vez.
Quisiera no pelearme con mi familia.
Quisiera que no me subestimen. Que no me interrumpan.
Quisiera llorar muchisímo y dejar ir un millón de cosas.
Enamorarme y que el miedo no me impida nada. (que feo escribir la palabra con E, che)
Dejar de tener miedo de todo. De salir a la calle, de hablar con gente. De enfrentarme. Dejar de tener miedo a vivir, aun sonando tan dramateen.
¿Qué más? No sé, tantas cosas que quisiera hacer.
jueves, 20 de febrero de 2014
lunes, 6 de enero de 2014
enferma y dramática.
¿Querés saber que opino yo de vos?
Me contaminas, me enfermas, me lastimas.
Es mi culpa, yo te dejé entrar.
Yo pago el precio y no me arrepiento de eso.
Pero lo lamento. Lo lamento por mí.
Y lo lamento por vos.
No nos merecemos. No me mereces.
Nadie me merece.
Porque traigo destrucción. Porque evoco la violencia.
Porque añoro lo falso, y desprecio lo poco que tengo.
No me merece nadie ni nada exceptuando todo mi infierno.
Yo lo produzco, yo lo celebro.
Yo lo merezco.
Pero no lo acepto.
Así que andate y dejame sola mientras afilo las piedras
y cavo mi lecho. Lejos de todos.
Especialmente de mí.
Quiero descansar de una vez.
No necesitar a nadie. No querer a nadie.
No llorar por nadie.
Eso al menos, permitimelo, aunque sea una noche.
Por los viejos tiempos que ya no tengo.
Y no voy a recuperar
Me contaminas, me enfermas, me lastimas.
Es mi culpa, yo te dejé entrar.
Yo pago el precio y no me arrepiento de eso.
Pero lo lamento. Lo lamento por mí.
Y lo lamento por vos.
No nos merecemos. No me mereces.
Nadie me merece.
Porque traigo destrucción. Porque evoco la violencia.
Porque añoro lo falso, y desprecio lo poco que tengo.
No me merece nadie ni nada exceptuando todo mi infierno.
Yo lo produzco, yo lo celebro.
Yo lo merezco.
Pero no lo acepto.
Así que andate y dejame sola mientras afilo las piedras
y cavo mi lecho. Lejos de todos.
Especialmente de mí.
Quiero descansar de una vez.
No necesitar a nadie. No querer a nadie.
No llorar por nadie.
Eso al menos, permitimelo, aunque sea una noche.
Por los viejos tiempos que ya no tengo.
Y no voy a recuperar
sábado, 14 de diciembre de 2013
Es hermoso ver la mentalidad que va desarrollando mi hermano.
Que con su edad, hayamos podido mantener una charla sobre religión y arte (ambas en distintos contextos, obviamente) me transmite mucha buena energía.
jueves, 12 de diciembre de 2013
Que lindo es ver como un ciclo se repite, una y otra y otra vez.
Estoy encerrada en un circulo vicioso.
domingo, 1 de diciembre de 2013
Ya van a hacer tres años. Bah, en enero en realidad.
Se siente como si hubiese estado toda una vida. Lo cual es terrible porque yo no recordaba cuan asqueroso es vivir en Buenos Aires. Lo único copado es mi familia. Que los extrañaba bastante.
Creo que no aprendí nada en todo este tiempo. Excepto que sé pensar mejor cuando tengo la cabeza fría y vacía. Y que a la larga estar sola es mejor para mí.
También que soy incapaz de sentir deseos de ser amiga de alguien. Y que quiero estar lejos de la única persona de la cual podría haber sido amiga, porque ya no me siento cómoda.
Me entristece el modo en que se van desarrollando las cosas, porque veo como todo el mundo vive, pero yo me siento como si estuviese en pausa.
No sé si me desagrada eso. Es un poco aburrido.
Lo qué si volvi a reconfirmar es a no esperar nada de nadie. Que a todos nos pueden afectar las cosas en medida que nosotros lo dejemos. Y que, cueste lo que cueste, yo no voy dejarme romper por personas que no lo merecen. Ni siquiera por mí.
Y quiero irme. No me gusta Buenos Aires. No me gusta la ciudad. No me gusta que sea todo gris porque siento que yo también tengo ese color ahora. Me quiero ir a donde haya vida. Un bosque, una casa lejos de todo. Una ciudad distinta. Un país distinto.
Lo único que puedo agradecerle a este lugar es que me sirve de punto de partida.
Adonde, eso ya no lo sé.
Se siente como si hubiese estado toda una vida. Lo cual es terrible porque yo no recordaba cuan asqueroso es vivir en Buenos Aires. Lo único copado es mi familia. Que los extrañaba bastante.
Creo que no aprendí nada en todo este tiempo. Excepto que sé pensar mejor cuando tengo la cabeza fría y vacía. Y que a la larga estar sola es mejor para mí.
También que soy incapaz de sentir deseos de ser amiga de alguien. Y que quiero estar lejos de la única persona de la cual podría haber sido amiga, porque ya no me siento cómoda.
Me entristece el modo en que se van desarrollando las cosas, porque veo como todo el mundo vive, pero yo me siento como si estuviese en pausa.
No sé si me desagrada eso. Es un poco aburrido.
Lo qué si volvi a reconfirmar es a no esperar nada de nadie. Que a todos nos pueden afectar las cosas en medida que nosotros lo dejemos. Y que, cueste lo que cueste, yo no voy dejarme romper por personas que no lo merecen. Ni siquiera por mí.
Y quiero irme. No me gusta Buenos Aires. No me gusta la ciudad. No me gusta que sea todo gris porque siento que yo también tengo ese color ahora. Me quiero ir a donde haya vida. Un bosque, una casa lejos de todo. Una ciudad distinta. Un país distinto.
Lo único que puedo agradecerle a este lugar es que me sirve de punto de partida.
Adonde, eso ya no lo sé.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
viernes, 15 de noviembre de 2013
Impotente, ciega, destruida y resignada.
Pero me late el corazón, la sangre drena; bombea y envía vitalidad a mi cuerpo desecho de pensamientos y destrozado por rutina lacerante. El filo me llama, el borde del abismo, el vértigo de una caída sin fin. Y la libertad de ya no cargar con un cuerpo muerto, y la liviandad de alimentar mi alma de naturaleza, de vibraciones, de mi sola presencia.
Estoy, como bien se dice, enamorada de mi dolor.
Me mantiene viva, me mantiene alerta.
Me mantiene.
En vilo, callada y atenta.
Y observo, y absorbo el dolor de los demás, lo veo en sus caras, en sus gestos, en sus pensamientos.
Me pregunto si ellos también lo sienten.
Y observo, y absorbo el dolor de los demás, lo veo en sus caras, en sus gestos, en sus pensamientos.
Me pregunto si ellos también lo sienten.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)