domingo, 1 de diciembre de 2013

Ya van a hacer tres años. Bah, en enero en realidad.
Se siente como si hubiese estado toda una vida. Lo cual es terrible porque yo no recordaba cuan asqueroso es vivir en Buenos Aires. Lo único copado es mi familia. Que los extrañaba bastante.

Creo que no aprendí nada en todo este tiempo. Excepto que sé pensar mejor cuando tengo la cabeza fría y vacía. Y que a la larga estar sola es mejor para mí.
También que soy incapaz de sentir deseos de ser amiga de alguien. Y que quiero estar lejos de la única persona de la cual podría haber sido amiga, porque ya no me siento cómoda.

Me entristece el modo en que se van desarrollando las cosas, porque  veo como todo el mundo vive, pero yo me siento como si estuviese en pausa.
No sé si me desagrada eso. Es un poco aburrido.

Lo qué si volvi a reconfirmar es a no esperar nada de nadie. Que a todos nos pueden afectar las cosas en medida que nosotros lo dejemos. Y que, cueste lo que cueste, yo no voy dejarme romper por personas que no lo merecen. Ni siquiera por mí.

Y quiero irme. No me gusta Buenos Aires. No me gusta la ciudad. No me gusta que sea todo gris porque siento que yo también tengo ese color ahora. Me quiero ir a donde haya vida. Un bosque, una casa lejos de todo. Una ciudad distinta. Un país distinto.
Lo único que puedo agradecerle a este lugar es que me sirve de punto de partida.
Adonde, eso ya no lo sé.

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