miércoles, 5 de marzo de 2014



Épocas lejanas que en mi interior saben a placebo.
Engañosas expectativas de una vida inexistente.
Retazos erróneos y malas perspectivas.
Inundan la habitación letanías mortales de una perdida innecesaria de tiempo.
Tiempo, tiempo. Corre lejos evadiéndome.
Dejándome atrás, construyendo paredes de concreto a mí alrededor.
Tiempo. Oro. No me dejes atrás.
¿Que soy, más que un desecho gastado y trillado de una mala broma?
Un desvío superfluo a una realidad inminente que me envuelve.
Pero la fantasía es un mundo de colores.
De magia, de sueños. De posibilidades.
De color verde musgo y marrón apantanado.
De puentes de madera y cabañas de piedra.
Realidad, ficción entrecruzada. Fantasías inconexas.
Lo es todo y luego nada, vacío.
Oscuridad.
Luz blanca y brillante.
Confusión.
Calles acartonadas y frio lacerante.
Rayos de sol de una mañana corriente.
Música que aturde y ruedas que ensucian.
En un mundo repleto de fantasías.
De falsedades.
De placebos.
La realidad es la única vía de escape.